En palabras de Mateo Feijóo, en The Kitchen el tiempo se detiene, deja de existir, aparece el aquí y ahora como una necesidad imperiosa de creación, fruto de una experimentación sensorial que se concretiza en comprensión. Marina Abramovic lleva a la práctica la máxima de Roni Horn: «No quiero hacer nada sino estar aquí. El hacer algo me alejará de aquí. Quiero lograr que estar aquí sea suficiente». Este trabajo es una producción sencilla, Marina Abramovic no utiliza un gran despliegue de medios, trabaja con lo imprescindible, habita el espacio, lo traduce y define, lo hace suyo. Cada fotografía es un fotograma de la performance que Marina Abramovic realiza dentro de esa inmensa cocina que alimentó primero a niños huérfanos, después a niños alumnos, a niños de un período muy concreto de la historia, a niños meteorito, a niños dolor, a niños esperma, a niños lengua y a niños sueño.