La ciudad más grande puede resumirse en un grupo de personas y sus historias. Patricia Suárez ha compuesto en esta novela corta un gran retrato del hombre contemporáneo sirviéndose de historias aparentemente inconexas, que sólo al final forman un nudo. Como si pasásemos las páginas
de un álbum de fotos, la novela dedica cada capítulo a un personaje, haciéndonos entrar y salir en el alma despistada de todos ellos, hombres y mujeres perdidos en la urbe. Esteban Odessky, su desengaño y mala suerte. La fantasía contagiosa y alocada de Dafne, inalterable al otro lado de la barra de la hamburguesería. Charlatana e insaciable en su curiosidad Tina R., dando tumbos de grupo en grupo de autoayuda. Ese suegro prototípico, don Alberto, casi tanto como el detective Claudio Amado Mamoulian, recién salido de una novela de espías. O Heidi y sus extrañas alas, un negocio para su madre, un sueño de volar para ella...
Hay días nefastos hasta para matarse; uno cree que es una simpleza y al final es un acto que requiere de más preparativos que una boda. La tentación de la fuga final es constante
en estos personajes, aligerada por golpes de humor y una certeza: todos ellos se merecen un destino mejor. ¿Cuál es el manual de instrucciones para la vida en la gran ciudad? Algo parecido a la utilidad de un espejo roto: basta con juntar las piezas.