“Vivo en la casa de mi gato. Su Majestad me renta una almohada, pero todo lo demás es suyo. Hemos llegado a un acuerdo: a cambio de unos cuantos servicios insignificantes –como cambiarle la caja de arena o abrirle las latas de comida– Su Majestad me mantiene calientito en invierno, y en verano también.”