El pequeño narrador de esta historia adora a su abuelo y le encanta pasar tiempo con él. Lo encuentra valiente, fuerte y súper inteligente y aprende un montón de cosas. Pero un día quiere anotar en un cuaderno todo lo que su abuelo le ha enseñado; tiene miedo de olvidarse de algo. Entonces se lo muestra a su abuelo, a quien le cuesta descifrar las palabras. El niño comprende entonces que el abuelo no sabe leer y decide enseñarle. Esta vez será él quien va a enseñarle.
Una hermosa historia intergeneracional y llena de complicidad.
Émile Chazerad encuentra las palabras precisas para hablar de analfabetismo y Nicolas Duffaut ilustra esta relación con delicadeza.