Estas notas tratan de un tema bien sencillo: ¿por qué ha pasado la poesía a ser tan marginal en nuestra cultura? Claro está que no dispongo de una respuesta igual de sencilla: aquí no haré sino traer a colación unas cuantas cuestiones que me parecen pertinentes para quien trate de llegar a ella. Pienso que esta situación de la poesía tiene que ver decisivamente con la naturaleza de aquello que la poesía hace, y que, según están las cosas, lo que hace va en contra de fuerzas muy poderosas, presentes tanto en nuestra sociedad como en nuestros hábitos mentales (suponiendo que quepa distinguir una de otros). En consecuencia, voy a insistir, por un lado, en algunos aspectos de lo que la poesía, y en concreto la poesía lírica, parece implicar necesariamente y, por otro, en ciertos rasgos nuestros y de nuestro entorno social que fomentan una visión, digamos, singularmente antilírica de los seres humanos.