«Spiotta está creando […] una categoría nueva de la gran novela americana».
SUSAN BURTON, The New York Times
Jelly sale con Jack, el campeón de los phone phreaks, algo así como el primer hacker. Y sin embargo, en algún momento acaba seduciendo telefónicamente a un montón de pesos pesados de Hollywood. No es sexo telefónico. Jelly escucha y ellos se enamoran. Y entonces les rompe el corazón. Para saber cómo y enterarse mejor de qué va todo eso de los phreaks, habrá que abrir esta novela, que habla de aquello que queremos representar y no podemos, y de las vidas que vivimos en la imaginación.
Meadow y Carrie crecieron juntas en Los Ángeles y juntas descubrieron el cine. Carrie acabó haciendo comedias aparentemente fáciles porque, para ella, subvertir el sistema parecía más posible desde dentro. Meadow prefiere los documentales de arte y ensayo.
Mucho de lo que se cuenta en Inocentes y otras de alguna manera pasó, y cualquier similitud con la realidad es intencionada. No sabemos en cambio si hubo o no amor entre el Orson Welles gordo y viejo y la joven Meadow. El genio de Spiotta como siempre cristaliza en una combinación de historia e invención. Y en esta, la que tal vez sea su mejor novela, en la forma de entretejer varios hilos narrativos con una serie de documentos que podrían ser verdad y también no.
Cuando pase todo lo que va a pasar en este libro, donde uno siempre quiere saber qué sigue, y eso ya es un milagro, quedará por ver si el otro milagro mayor, el de la amistad, está por encima de los celos, la competencia, la distancia y las visiones dispares de la vida y el arte.