Más que la amante de Picasso
Dora Maar murió en 1997 dejando tras de sí una aureola de misterio y de expectación. Había sido la amante de Picasso entre 1936 y 1943, había fotografiado el Guernica y había sido la excepcional modelo de la serie La mujer que llora del pintor malagueño. Victoria Combalía tuvo el raro privilegio de poder conversar largamente con Dora Maar en 1994 y de organizar la primera retrospectiva de su obra fotográfica y pictórica en 1995.
Dora Maar era hija de padre yugoslavo y de madre francesa, pero se había criado en la Argentina. Dio la espalda a sus orígenes burgueses convirtiéndose en una activista política de izquierdas que participó en el grupo Contre-Attaque y fue la amante del filósofo y revolucionario Georges Bataille.
Siendo miembro del grupo surrealista, Paul Éluard le presentó a Picasso. En una famosa escena en el café Les Deux Magots, Dora lo sedujo jugando a clavar una navaja entre sus dedos de largas uñas pintadas de rojo. Con él vivió una tumultuosa pasión pero también un repliegue de su actividad creadora. Pasó a ser su musa, mil veces retratada en su belleza pletórica pero, sobre todo, como máscara sufriente y atormentada. Abandonada por el artista, se refugió en la religión y en la pintura, viviendo recluida en su piso de París y en su casa de Ménerbes, en el Sur de Francia.