Las vanguardias necesitan una puesta en cuestión, un inventario que recoja los productos que siguen operativos y los que tienen que pasar al desván del anticuario. Pero muchos términos de sus programas continúan en activo. Un inventario semejante, escogido con honestidad crítica, libre de prejuicios, con agudeza investigadora, dejaría muchas sorpresas en el establecimiento de una unidad de razones o de móviles o de automatismo con nuestro crítico.