Las «bandas» o «pandillas» han reemergido con fuerza en el debate público de los últimos años. Titulares morbosos sobre los incidentes más sangrientos encabezan las portadas de medios de comunicación en distintos países; parlamentarios y representantes públicos llaman al orden y a la necesidad de «contención» de un objeto social, cuya naturaleza es descrita como intrínsecamente violenta. El llamado a la «mano dura» parece ser el único e indispensable medio para la contención de una juventud en conflicto.